Era una joven viuda de treinta años, orgullosa y llena de ímpetu, que no temía a nada ni a nadie. Sus súbditos la llamaban Lakshmi Bai, y sus allegados, Chabili, es decir, la Querida. Pero sus enemigos, los ingleses, la apodaban despectivamente Jezabel o Juana de Arco.
Chabili encabezó el movimiento de liberación nacional, conocido como «revuelta de los cipayos», que desgarró a la India cuando los soldados indígenas, los cipayos, se alzaron contra los colonos ingleses. Demasiadas humillaciones, demasiados rajás destronados, demasiados abusos y vejaciones…
Un día, todo estalló. La revuelta india duró dos años, dos terribles años de matanzas, que fueron comentados en Londres por dos corresponsales de prensa: Karl Marx y Friedrich Engels.
La reina de los cipayos murió mientras luchaba, capitaneando a sus soldados, vestida de hombre y montada a caballo, con una espada en cada mano y su collar de perlas. Entonces, la India dejó de ser libre. Sin embargo, todavía hoy, los niños indios aprenden en la escuela la canción que celebra su gloria.